15/10/14


Una sociedad con libertad condicional


Ayer clausuré entre abrazos,  el curso de cocina que vengo desarrollando desde Junio en el centro penitenciario de Teixeiro. En mi cabeza se agolpan las historias que allí he vivido, al igual que los internos todas buscan un poquito de mi atención. Nunca imagine como sería la despedida, y ahora que la he vivido, he de decir que tiene sabor agridulce.


 Dulce... por el descanso que supone dejar el gris protocolo de la entrada y las salidas, el gris paisaje de sus muros y alambradas, el gris del traje de los funcionarios y el gris de las caras de color a vida gris de los internos. Y agrio por el sabor a libertad condicional que me deja,  haber conocido de primera mano ese lugar, dónde se recluye todo lo que a esta sociedad no le vale o no ha sabido integrar. Como me dijo un funcionario:" ...este lugar es la alfombra de la sociedad, un lugar dónde barrer lo que no se quiere enseñar".

Tal vez, por eso hoy siento que  la única libertad a la que nuestra sociedad puede aspirar es a la libertad condicional. 



 Porque mientras un ser humano sea tratado como el residuo de su pasado, nadie puede sentirse completamente libre, pues este ente social se ha convertido en amenaza. Es un hecho, pero como tantos otros se nos pasa desapercibido. 

Centro de Teixeiro



Entonces ¿podemos valorar la formación que estos chicos reciben, como reinserción social? La verdad es que si,  pero falta contextualización. Mis compañeros, los de pintura, albañilería, peluquería, etc, al igual que yo hemos desarrollado nuestro contenidos como hemos podido a todo tipo de perfiles sin más información que sus nombres y al modulo que pertenecen (del significado que cada modulo tiene lo he averiguado con los internos, los módulos de respeto de los más violentos, etc.) No hemos tenido ninguna intervención a lo largo del curso,  ni de psicólogos ni de educadores, nadie que pudiera amalgamar tantos esfuerzos. De nuevo una experiencia enriquecedora para mi, de como nuestra sociedad institucional aun llena de herramientas,  vive descontextualizada de su propio cometido.

Aun así, se que el trabajo que hacemos no cae en saco roto, se que como cirujanos sociales, tocamos fibras. Se que lo hemos hecho con los internos y con los funcionarios, con cuanto tejido social vamos tocando.




Esto me hace recordar el vídeo que los dejó sin palabras y que les puse al inicio del curso, precisamente para enseñarles cuantas cosas grandes nos pasan desapercibidas.

Se que estos meses he vivido algo grande, "un privilegio" decía el funcionario F de féliz y de fiel a su trabajo, uno de los que vi salir de la garita para entremezclarse entre los internos, generando con ello el propósito de su presencia allí, su custodia y su  integración social.

Finalmente, aprovecharé para agradecer el trabajo de  esos funcionarios, de Juan y Fausto de formación por la oportunidad que me brindaron y a Alejandro  por toda la inclusión que trasmite. A mis compañeros de trabajo... Irache, Pablo, Gema, Tino, Pilar, Marcelo... a todos los que me han facilitado mi estancia en aquel lugar lleno de idiosincracia burocratica,  que lógicamente protege nuestra libertad condicional mientras buscamos la definitiva y total libertad,  eso si, esa tendrá que ser con la debida toma de conciencia sobre nuestra sombra social.

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