5/4/15

17 rostros girando en una glorieta

Termina la Semana Santa, y aunque no celebro ni comulgo con ninguna de sus tradiciones para celebrarla, tengo que reconocer que si que aprovecho el silencio de los festivos para conectar con algo que sea un poco menos cotidiano y más santo. 
En ese intento, entre paseos-santuarios  por la playa de Doniños  y miradas plenas de intención hacia todo lo que respira y no habla.  Logré conectar con lo que nos habita más allá del pensamiento. Más allá del pensamiento ordinario y repetitivo que nos acompaña todos los días y llena de glorietas sin salidas nuestras visiones de vida. 
Se muy bien de que os hablo, porque cada día camino de mi trabajo cuando cruzo el molinillo ( una glorieta de cristal),  que te permite el acceso al interior de la prisión  y que requisa tu DNI, dejándote sin identidad nacional,   tal vez un símbolo de lo que allí me ocurre. En ese mismo instante el mismo suelo nacional pasa a se un tatami,  en el que tratando de enseñar a otros aprendo yo misma.

Disfruto de 17 alumnos, entre ellos dos mujeres, con los que contemplo los 17 rostros de personajes llenos de glorietas mentales, que vagan en círculos tratando de darle un giro a su vida, pero sin atender a las señales de salidas de la ciudad. Esa ciudad sin ley en la que se hayan inmersos mentalmente. Y a la cual trato cada día de adentrarme y dejarles un poco de ¿orden?, ¿de sentido? ¿ tal vez?

Entre lecciones de manipulación de alimentos y otros datos incorpóreos, se manifiestan sus realidades mentales, ordinarias, cansinas, aburridas de sufrimientos y vejaciones que no consiguen dejar de contemplar, por más de una hora y media. Tiempo que tardan en volcar sus insatisfacciones y más pesimistas propuestas, ante mis intentos de elevar sus expectativas de vida-dirección.  Son 17 rostros de la eterna lucha entre el bien y el mal, una lucha sin final.





Son los rostros en los que me miro y veo mis limitaciones. Mis limitaciones para convencerlos-as de salidas, cruces y bifurcaciones que no han conocido y que yo si.

Y en esa desconfianza,  cemento de los ladrillos que habitan aquellos muros, salgo impregnada de dudas. 
Dudas que los 17 espejos me reflejan, dudas de si seré capaz de salir de mi glorieta, la glorieta que como ciudadana del mundo me espera y en la que ya no me siento caminar,  sino como en una centrifugadora, apelotonada con millones de humanos que siguen sin saber como salir de esa glorieta llamada estado del bienestar (análogo al  acto que les prometía a ellos liberarlos en sus vidas  y  que fue el que les encerró en la cárcel). Estado que prometía tantas salidas que no somos capaces de ver la autentica.

Estos días santos, me tope con una verdad que me gritaba desde todos los lados, las aves, los gatos, el mar no pensaron tanto y saben más de la paz que cualquier humano.  Tal vez no este la salida dando giros hacia fuera, en busca de direcciones nuevas. Sino más bien en giros hacia dentro para encontrar intenciones nuevas. 

De estos días santos he concluido,  que tal vez lo más sensato sea que me abandone a la naturaleza cada día  un rato y confié en que será ella y solo ella,  la que de uno en uno, nos saque de este atasco.

Quien la busca la encuentra!!! Feliz semanas santas y buena salida de glorieta!!

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